Hoy vengo con otro microrrelato que presenté en el certamen de la EMT. Espero que os guste! ;)
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Sol de lluvia y olor a césped recién cortado; a calles húmedas; a primavera anticipada. Mirara a dónde mirase mientras daba vida a la BiciMad podía apreciar la vida en la ciudad a esa hora temprana, a esa hora en la que los chicos de la noche vuelven a casa y los madrugadores despiertan de sus sueños.
El viento le acariciaba el pelo rebelde que no quería estar sujeto en la alta coleta y al detener la Bici en un semáforo respiró tranquila posando un pie en el suelo. Miró el reloj y pensó en pasar por esa pastelería de la Puerta de Alcalá. Con energía, se subió a la acera y al cabo de unos minutos ya tenía su botín en la mano.
Siguió camino hasta la latina; sin prisa, pero sin pausa; disfrutando del despertar de Madrid ese sábado sereno. Un regalo caído del Cielo. Dejó la Bici junto a muchas otras y el “click” le dijo que ya podía seguir su camino a pie. Estaba cerca su destino.
Con sus propias llaves entró en la casa y el olor a antaño le trajo a la mente recuerdos.
—¡Abuela, traigo cruasanes!
«Si, —pensó— el mejor sábado del mundo»
Y ahí está! ¿qué os ha parecido?
Hasta la siguiente entrada!
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